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20-06-2016
Tower Records, sin música no hay vida
Esta película que documenta el surgimiento, desarrollo y colapso de Tower Records, la tienda de discos más relevante del siglo pasado, desde sus comienzos en una pequeña farmacia barrial hasta su expansión a treinta países en cinco continentes. Un documental muy interesante en la evolución de la música y que te hará pensar bastante de lo que era, y de lo que es hoy en día.
Estos sitios eran una experiencia en sí, podías pasarte toda una tarde entera e incluso un día comprando discos, descubriendo bandas, escuchando un disco tras otro... y además podías intercambiar opiniones musicales con más gente y convertirlo incluso en un hecho social. Es una pena que hoy día no podamos tener algo parecido, internet nos facilita el acceso a tantas cosas que hace que desaparezcan otras tantas, y así tenemos un número ilimitado de páginas que nos permiten descargar los álbumes que queramos, canciones o plataformas online donde directamente puedes escuchar el disco que quieras y todo el recopilatorio de la banda. Sí, es genial, puedes tener acceso ilimitado y encima gratis, quién puede competir contra algo así.
Cuando ví esta película, pensé… “es una puta locura lo qué pasa allí” (perdón por la expresión, pero es así). Los músicos pasaban horas y horas allí, era un evento social, tenías música y gente de la música. Trabajar allí parecía algo increíble. Lo más cerca que he estado de una experiencia así, fue en Londres, en la gigantesca Virgin de Oxford Circus, antes de que desapareciera. Podía pasarme un día entero allí, y otro al siguiente y al siguiente y siempre descubría algo nuevo, no podía comprarme todo lo que me hubiese gustado, pero siempre descubría alguna nueva banda, así que llevaba conmigo una libreta y anotaba todo lo que me interesaba. Es curioso, pero hoy día ¿qué tiendas te ofrecen una experiencia así?
No voy a revelar ningún hecho de esta película, sólo la menciono porque merece ser vista. Pero me hizo pensar muchas cosas, como el simple hecho de escuchar un disco. Antes os decía que tenemos acceso y facilidad para obtener lo que queramos, pero en esa facilidad se pierde cierto encanto e interés. Ahora tenemos tanto a nuestra disposición que ni siquiera dedicamos la misma atención. Cuando te compras un disco y lo escuchas en tu cuarto o en el comedor o cuando vas conduciendo, te sumerges en ese disco, tu atención está inmersa en ese álbum, te cuenta una historia y te identificas o simplemente disfrutas con ella, pero cuando escucho algún disco a través de internet, mi sensación es totalmente diferente. Mi atención se dispersa continuamente, tengo un enlace al lado que me sugiere otra banda, y luego otro...otro, otro y otro.
Luego, está Spotify, una gran plataforma, no lo dudo. Buscas una banda, seleccionas un álbum y cuando termina salta inmediatamente a otro y así sucesivamente, lo que provoca una brecha de conocimiento en cierta manera, ya que sin darte cuenta a lo mejor estás escuchando los primeros álbumes o incluso un directo en no sé dónde. Y este hecho, hace que muchas veces tengamos lagunas y pantanos acerca de lo que escuchamos, un amplío surtido que entra a cascoporro, pero sin filtros ni medida.
Y por último, el regreso del vinilo, ¿por qué? ¿Por qué es Vintage? Cuando surgió el CD digital, era por una razón y es que la calidad musical es mucho mejor, entiendo el vinilo para las bandas que hacían música en ese momento, pero no entiendo que bandas actuales hagan re-ediciones en vinilo.
Así que insto por mantener esas escasas tiendas de discos que quedan, por la compra de la música y por algo que jamás podrá ofrecernos internet, humanidad.
No Music, No Live.
Autor: Cristina Sánchez García