La verdad es que nunca había dejado de escuchar los dos primeros LP’s de The Chameleons desde cuando salieron en los 80. Pero también es muy cierto que no les había vuelto a seguir la pista desde entonces y no sabía de su trayectoria en el nuevo milenio. Sin embargo, al enterarme que venían a tocar y saber que andaban celebrando los 40 años de su gran debut y que venían con dos de sus fundadores y miembros vitales de la banda, no podía dejar de acudir. Tampoco imaginaba una recepción tan importante por parte de sus seguidores que al parecer seguían ahí. Se llenó el Antzokia y no tocaron el “Script Of The Bridge” al completo, aunque si fue el máximo protagonista de la velada junto al también estupendo “What Does Anything Mean? Basically” del 85.
Al frente del ahora quinteto, siguen el gran bajista y cantante Mark Burgess, con su voz casi igual, por cierto; y el guitarrista Reg Smithies, también en gran estado de forma. El concierto arrancó con los sintetizadores de la paisajista apertura del segundo disco, ‘Silence, Sea And Sky’. A continuación su primer y espectacular éxito en single del 81, ‘In Shreds’. Ahí ya dejaron claro que su sonido iba a moverse más por el post-punk que les caracterizó que por sus devaneos dream-pop. 40años no son nada y por eso tocaron la mayoría de esa hora de post-punk y rock oscuro de guitarras luminosas. Eso sí, fueron alternado los temas porque del rotundo ‘Pleasure And Pain’ saltaron al inquietante e intrigante ‘Intrigue In Tangiers’ del segundo disco, así como al ‘Looking Inwardly’ con sus subidas y bajadas. Entonces encadenaron tres de los temas más potentes y exitosos de su debut. Fue el caso de ‘Up The Down Escalator’ y su ritmo repetitivo, pero espectacular estribillo con esas guitarras marca de la casa que te golpeaban. Con 'Less Than Human', y su emotivo estribillo con coros, nos hicieron sentirnos más humanos y vivos. ‘Monkeyland’ y sus más de 5 minutos siguen demostrando que son una monada. Volvieron al ‘Pefume Garden’, del segundo disco, y sus aromas claramente ochenteros. Rescataron también algún tema posterior y se atrevieron a improvisar en un tema con guiños a The Doors, The Beatles o The Smiths. Ya hacia el final nos emocionaron con esa espléndida y emocionante ‘Home Is Where The Heart Is’, con sus percusiones potentes muy ochenteras (Theatre Of Hate, Killing Joke, Spear Of Destiny). Tras la oscura ‘Swamp Thing’ acabaron por todo lo alto con el clásico de su debut ‘Second Skin’, tema casi cumbre y muy pegadizo con sus casi 7 minutos. Fue el turno para los bises que correspondieron a la cara B de su primer single, ‘Nostalgia’. Allí estuvo muy bien que se acordaran, sobre todo, del futuro y no del ayer. Breve presentación para los músicos de la banda y casi 100 minutos de música sin apenas descanso. Pero aún faltaba la cumbre con la pegadiza ‘Don’t Fall’ y esos característicos coros épicos para desgañitarnos. Históricos y emotivos, sobre todo para los que vivimos su momento de gloria. Les influenciaron Roxy Music, The Soft Boys o Joy Division y luego ellos se lo pasaron a Robyn Hitchcock, R.E.M., The Church, The Sound o Echo & The Bunnymen, The Teardrop Explodes, The The y otros casi coetáneos. Está claro que se adelantaron al dream-pop de Slowdive, Mazzy Star o Mojave 3 y que inspiraron a Galaxie 500, Cocteau Twins, Opal, Pale Saints, Mercury Rev, Luna, My Bloody Valentine, The Boo Radleys, Slowdive o Beach House. ¡Merecieron más suerte y demostraron que están muy vivos y con gran y potente sonido afterpunk! A seguir la racha de buenos conciertos en el Kafe Antzokia.
Fotografías: Eneko Mañeru
Autor: Txema Mañeru