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29-03-2016

Resucita el cassette con fuerza


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El cassette fue creado como formato de almacenaje de audio y grabación de sonido por la empresa holandesa Philips a principio de la década de los sesenta. Llamado originalmente “Audio compact cassette”, fue concebido en principio para reemplazar al magnetófono, cuyo principal problema era que su transporte y desplazamiento era complicado.

Compuesto de un simple mecanismo que consta únicamente de una cinta magnética que circula a través de dos carretes, todo ello insertado en una fuerte carcasa a modo de protección, en ella estaban disponibles dos pistas estereofónicas, uno por cada cara: una de ellas se reproducía cuando el cassette se insertaba con sus revestimientos laterales de cara A para arriba, y la otra cuando se le daba la vuelta, es decir, cuando se insertaba con su cara B de la misma manera.

Durante la década de los ochenta el cassette se masificó definitivamente como resultado de la llegada al mercado de las grabadoras portátiles de bolsillo y el walkman, pequeños reproductores de cassette portátiles con auriculares que permitían al usuario escuchar música en cualquier momento y lugar, y cuyo tamaño era poco mayor que el propio cassette. Poder escuchar música en el coche era una realidad que muchos conductores aprovecharon sin miramientos.

Compañías como Pioneer, Sony, Akai, Technics y Sony viendo el éxito que estaba alcanzando el formato también decidieron apostar por lanzar al mercado grabadores domésticos de alta fidelidad, con pletinas para cassettes. Simultáneamente, las compañías discográficas empezaron a publicar los nuevos lanzamientos en LP y cassette. La llegada de las cintas de cassette al mercado de la música también permitió al público grabar su propia música en casa fácilmente y de una forma barata. 

Los lectores que superen la treintena conservarán en su hogar casettes. Más allá del recuerdo, satisfacción, añoranza o cariño que este formato les pueda reportar, deberían saber que este artilugio musical está resurgiendo en los últimos años con mucha fuerza. Algunas de las ventajas de las que goza este soporte no solamente radican en su robustez y resistencia al polvo, calor y choques que, por ejemplo, el CD y vinilo, que con el más mínimo roce o caída se araña y se inutiliza, sino que también su menor tamaño le hace más manejable y fácil de transportar. Su precio también es una ventaja, siempre ha sido más módico y asequible que el resto de formatos. Y en cuanto a capacidad y duración no hay inconveniente, uno de sus puntos débiles, Sony anunció hace unos meses que iba a comercializar un nuevo modelo de casette que posee 180 terabytes de memoria, una cifra que equivale a 60 millones de canciones aproximadamente. El consumo de cassette lleva creciendo desde finales de la década pasada en Estados Unidos. Sirva como dato que National Audio Company, único fabricante en ese país, vendió en 2013 unos 25 millones de unidades; el Cassette Store Day va ya por su tercera edición, y discográficas de la talla de Burger Records o Lost Sound Tapes venden a cascaporro.

A pesar de que hoy en día se impone el mp3, el streaming o Spotify, por citar algunos ejemplos, en el mercado sigue sobreviviendo dignamente  el  cassette, manteniéndose a pesar de los inconvenientes que le lastraban en antaño, como la menor calidad sonora frente al CD o vinilo, la tardanza en localizar una canción concreta. 

 

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Autor: Rafa García-Moreno

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