Aunque nunca alcanzaron la popularidad de otras bandas de indie-rock de fines de los 80 y los 90 como sus paisanos en Boston, The Lemonheads o Pixies u otras como Sugar o The Replacements, yo siempre les tuve un especial aprecio. No volverán a crear discos como “Let Me Come Over” o “Big Red Letter Day”. Su líder, Bill Janovitz también facturó discos más introspectivos en solitario como “Up Here”. Han pasado por largas temporadas sin discos y en los últimos tiempos los han espaciado bastante lo que ha supuesto que los pilláramos con ganas. Así hace poco más de una década gocé bastante con un buen “Three Easy Pieces”. Su anterior “Skins” data del 2011 y no me pareció tan logrado. 
Ahora mejoran los resultados a base de buenas y variadas canciones con un “Quiet And Peace”. El trío habitual con un Chris Colbourn que también canta algunos destacados temas cuenta además con buena ayuda en forma de teclados y sintetizadores y en forma de buenas voces a cargo de Erica Mantone, Jennifer D’Angora o Andrea Gillis. Tiene un potente y guitarrero arranque con el single de adelanto “All Be Gone” que parece un tributo a Tom Petty & The Heartbreakers y cuenta con buenos punteos de Bill. “Overtime” es un precioso lento con esos buenos coros ya citados y con toques a Bruce Srpingsteen o John Hiatt. “Roman Cars” es un guapo y enérgico power-pop al estilo de los mejores Lemonheads de Evan Dando. “Freckles” es un precioso y melódico medio tiempo con unos coros muy del estilo de los R.E.M. del “Automatic For The People”. Cierran la cara A con el enérgico, épico y guitarrero power-pop casi al estilo de los Sugar de Bob Mould, titulado “Lonely Fast And Deep”.
La cara B comienza con una crepuscular y relajada “See High The Hemlock Grows” que de nuevo me trae a la mente al bueno de Tom Petty y en la que también brilla la voz invitada de Sarah Jessop. “In The Ice” es otra preciosa melodía que gana en profundidad por la excelente producción del prestigioso John Agnello. “Slow Down” es un precioso lento cargado de emotividad en el que destaca el trabajo con el órgano. Hasta su hija Lucy le acompaña en el sorprendente final con una preciosa versión de un precioso tema como es el “The Only Living Boy In NewYork” compuesto por Paul Simon. ¡Además, como en los buenos tiempos y en los buenos discos, cuanto más lo escucho más me gusta! 

Autor: Txema Mañeru