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31-01-2019
Lester Bangs: Reacciones Psicóticas y Mierda de Carburador
Pieza codiciada, rara avis, bocatto di cardinale entre la innecesaria absurdidad de las montañas de libros musicales que se publican, los capitostes de revistas, webs, periódicos y gacetillas se han reservado celosamente este tocho para glosarlo personalmente. Lo cual es para partirse de risa, ya que ni uno de ellos publicaría en sus medios textos la mitad de abrasivos que los pergeñados por el gordo Lester, siendo como son censores que no permiten ni media crítica que pueda perjudicar a artistas, sellos o promotoras que inviertan un euro en sus publicaciones: no nos extrañemos, el cinismo y la falsedad humana son las dos únicas disciplinas cuyos records mundiales se baten a diario. Además se trata de un muerto con pedigrí, y hablar bien de los que han traspasado el umbral vigilado por el can Cerbero es otras de las reglas de obligado cumplimiento en la prensa actual. A todos ellos les ha parecido una obra brillante, la de un periodista sin pelos en la lengua que en su –teórica- absoluta libertad escribana ensalzaba o ponía a parir artistas, discos o giras sin más regla que su acrisolado gusto personal. Ciertamente este es uno de los haberes de Reacciones Psicóticas, el de poner en valor un aquilatado conocimiento musical en una época que ha hecho de la falta de criterio un criterio en sí mismo. Lo que no obvia señalar que en sus más de quinientas páginas conviven textos lúcidos con idas de olla kilométricas, pajas mentales sin retorno a la realidad, exabruptos varios, hilarantes diálogos de besugo con Lou Reed donde logra destilar el genio del músico, también alguna notable predicción: en 1.970, y a cuento de la publicación del segundo disco de The Stooges, avisaba de que “el rock and roll podría estar agotándose”… Lanzando dañinas cargas de profundidad contra fanáticos y groupies, bandas endiosadas (Led Zeppelin), la grotesca teatralidad de Jetrho Tull, era Aqualung, dejando entrever su predilección por el punk neoyorkino que, afortunado, vivió en primera persona, materializado en fantástico texto sobre Richard Hell, que se disfruta especialmente con “Blank Generation” chirriando a tope por los bafles. Aunque soy de los que pienso que es difícil digerir y entender en su totalidad una obra fuera de su contexto, y esta tiene mucha miga, recomiendo su lectura, siquiera sea por comprobar el triste devenir que en apenas un par de décadas ha experimentado el oficio de crítico musical.
Autor: Manuel Borrero