La pasión por la música hace crecerse ante la adversidad a una banda. King Gizzard lo saben bien. La cuadrilla de músicos australiana se quedó tirada en un punto inexacto de la provincia de Zaragoza, debido a la falta de frenos en su furgoneta, rumbo a Madrid para actuar el Soundisidro 2017. Solución para evitar la cancelación, llamar un taxi para llegar con el tiempo justo y así montar, probar sonido y poder comenzar el espectáculo. Mientras tanto abajo, desconocedores de lo sucedido, sus seguidores más jóvenes, adolescentes en su mayoría, perseguían llamar la atención de cualquier miembro de la banda para que les dedicara un saludo, alborozándose si lo conseguían.

Tras un leve retraso en el horario previsto, saltaba al escenario la numerosa formación, ataviados con los pantalones cortos que portaban tras bajarse del taxi. “Rattlesnake” fue el inicio. El grupo iba acomodándose en escena mientras la algarabía en el excesivo público se desorbitaba. Cuando parecía encarrilado el concierto e iba cogiendo musculo se rompe una regleta, cortando el suministro a la guitarra y micro de Stu. Tras la reanudación, minutos después, en el comienzo de “Gamma Knife”, se produjo un corte de luz que paró el directo de nuevo. Tenían claro que la fiesta debía continuar y así lo hicieron apisonando a ritmo de convulso garage, psicodelia, rock y pop. Pasadas las once de la noche todas las luces del escenario se encendían para avisarles que debían concluir.  Ellos proseguían sin percatarse de los avisos. El fin era inevitable.

Antes que los australianos se pudo disfrutar de dos grupos afines, los madrileños Baywaves, practicantes del personal hipnopop, y Mohama Saz, una particular fusión de rai, rock, jazz y psicodelia muy sugerente.

Autor: Rafa García-Moreno