Entrevistas

 

02-12-2018

Ilegales, ser manso es peligroso


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Mientras la endogámica movida madrileña adquiría prestigio, el rock radical vasco iba tomando forma y la escena viguesa daba sus primeros pasos, en Asturias nacían Ilegales. Treinta y cinco años después, su particular mezcla de punk rock y blues, entre Wilko Johnson y The Undertones, sobrevive y entregan nuevo trabajo discográfico con repertorio incendiario, compuesto de letras subversivas y guitarras abrasivas, combinación explosiva que en menos de media hora te hace poner en pie de guerra y resucitar de manera sobrenatural.
Rebelión” es un disco breve, directo, que entra a la primera escucha y pide ser escuchado varias veces consecutivas. ¿Estáis contentos con el resultado final?
Condensar las canciones hasta el límite es un ejercicio trabajoso, pero ha merecido la pena. Un disco que pase la prueba de ayudarte a levantarte rápido por las mañanas es necesariamente un buen disco.
Abrís fuego con el punk de “Si no luchas te matas” con una frase que podría haber servido de título del álbum Ser manso es peligroso.
La mansedumbre es muy capaz de llevar especies completas a la extinción y lo ha demostrado en miles de ocasiones. Es imprescindible nadar contra corriente; sólo los peces muertos nadan en la dirección de la corriente.
A continuación, siguen las guitarras incendiarias con “Mi amigo Omar”, una invitación a que los homosexuales ya no salgan del armario, si no de los guetos que se han creado. ¿Me equivoco?
Un colectivo tan ampliamente perseguido a lo largo de la Historia debería pensárselo mejor antes de crear nuevas jaulas. Lo deseable es conquistar una normalidad. Toda sociedad mejora con la inclusión de diferentes modos de interpretar los múltiples aspectos la vida y vivimos un momento en que colectivos antes injustamente rechazados son bien recibidos por la gran mayoría de la masa social. Es el momento óptimo para una normalización no para crear barreras de ningún tipo.
Hacéis un par de alegatos con el consumo excesivo de alcohol y drogas en “No tanta, tonto” y “Mi copa y yo”. 
Conocemos bien el alcohol y las drogas porque hemos experimentado su proximidad tanto a nivel personal como midiendo sus efectos en gente muy próxima. Las drogas y el alcohol no me han hecho daño porque no tengo una personalidad adictiva, pero no aconsejaría a nadie que los consuma. “No tanta, tonto” es un mensaje conveniente para una parte importante de la población, incluso para uno mismo. Es un hecho que en un río tan caudaloso como el Ebro se detectan trazas de varios estupefacientes. Ya que se consume se hace imprescindible saber medirse. “Mi copa y yo” es una mirada glacial al alcoholismo, yo soy bebedor social, como gran parte de los habitantes del planeta, y conozco bien todos los entornos del alcohol. Hay algo fascinante en todos estos venenos que manejamos con tanta alegría. Probablemente el natural curso de la vida hacia la muerte nos hace buscar algunos aceleradores, de ahí la relación de estos tóxicos con los estados de ansiedad.
La faceta más melódica surge en la creciente “Tatuaje invisible” o en el cierre de “El Bosque fragante y sombrío”.
"Tatuaje invisible” habla de ese pasajero que todos llevamos dentro y un día nos devorará. Puede ser una verdad cruel que no podemos arrojar fuera, puede ser una mezcla hostil de dignidad y estupidez, puede ser un cáncer…en mi caso esta canción ha sido premonitoria y he padecido una neumonía peligrosa que me mantuvo lejos de los escenarios varios meses. “El Bosque Fragante y Sombrío” es una canción totalmente diferente al resto del disco. Es una canción de viaje es una despedida. Lo más higiénico es despedirse de la vida mientras se está lleno de ella, mientras se tienen fuerzas para odiar y combatir a la muerte. Esta canción es una celebración de la vida.

Y la ración de blues aparece en “Andad de día”.

Sí, esto es puro psycobilly pero alterando el curso armónico de los acordes. Es una demostración de que unos acordes elaborados pueden respetar la ferocidad de una canción. En cuanto al mensaje; ya sabes…sólo soy un espectro ya no puedo sangrar.

Jorge, sigues aumentando tu colección soldaditos de plomo y guitarras.
Me han expulsado del gremio de los coleccionistas el día que abrí una caja de soldaditos de plomo de principios del siglo XX y los descosí de su sitio original para jugar con ellos. Con las guitarras me ocurre lo mismo, aunque con estas, a veces, olvido que son seres inanimados y les grito algunas barbaridades.

Para finalizar, podrías contarnos la anécdota de los zapatos negros con los que hiciste la primera comunión.

Bueno, yo tenía unos zapatos blancos como los de los demás niños, pero después de la primera confesión, el día antes, la tarde era perfecta para cazar ranas. Con algunos compañeros salí de la ciudad en busca de batracios amigables o al menos distraídos, pero el terreno nos aconsejó a una batalla de barro muy divertida, aunque tremendamente destructiva. Lo más elegante en zapatos de que disponía eran unos negros de charol brillante. No me importó mucho. Una rana siempre es un valor a esa edad y el barro aún sigue teniendo su atractivo.

Autor: Rafa García-Moreno

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