El Jardín de las Delicias Festival se sigue consolidando como uno de los festivales más relevantes del país a pesar de la competencia existente en el sector y la ciudad. Con un cartel integrado por bandas y solistas, de distinto pelaje que va desde Camela a Melendi, nacionales en su casi totalidad, cada año llena el recinto de Cantarranas y agota entradas con pasmosa rapidez y facilidad. Este año no ha sido una excepción. 40 artistas despidieron el verano subiéndose a los dos escenarios a los largo de dos días, con una escenario principal cambiado de ubicación que benefició la movilidad y el sonido.

Unos que repetían en el cartel son Sidecars, sin disco nuevo que presentar, los de la Alameda de Osuna saben como ganarse al público, la veteranía es un grado y ellos saben cómo aplicarla tras varios lustros de trayectoria. Vestusta Morla son conocedores del arte de manejar el folk, pop y varios estilos más haciéndolos propios y devolviéndolos al público de manera original. Su directo también es un puzzle caleidoscópico en el que mensaje y música se fusionan de manera particular. Melodías pegadizas, ritmos intensos y letras descriptivas definen el pop electrónico de los catalanes Dorian que no quisieron perderse el cierre del viernes. Melendi hace tiempo que maduró musical y actitudinalmente y eso le ha hecho perder frescura pero ganar en reflexividad. Hora y media de concierto en el que además de temas recientes también hubo un repaso del pasado con “Un violinista en tu tejado” o “Caminando por la vida”.

Autor: Rafa García-Moreno / Beatriz Torres