Conciertos

 

17-06-2016

Deadbeat Poets & Blue Ash. Moby Dick, Madrid


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En un país tan propicio para la revitalización de trayectorias de músicos legendarios como es la actual España, era de justicia recibir por fin la visita de Frank Secich después de décadas de carrera labrándose una buena reputación de artesano de la melodía y los guitarrazos energéticos. Conocido por muchos aficionados gracias a su trabajo al lado de Stiv Bators en la refrescante etapa Bomp! del proto-punk de Cleveland, aquella etapa nos puso sobre la pista de quien estaba detrás de aquellas canciones tan irresistibles, hasta dar con el legado de Blue Ash. Reivindicado hace años desde Valladolid por Oscar García, responsable del fanzine y sello Kick Out The Jams, la esmerada antología publicada por You Are The Cosmos sirve para poner definitivamente en el mapa discográfico de los aficionados españoles a la “otra” gran banda de power-pop de Ohio, compitiendo con unos Raspberries que siempre gozaron de mayor predicamento.

 

La prolífica carrera de Secich vive uno de sus momentos más vigorosos al frente de su actual banda, unos Deadbeat Poets en los que destaca ese extraordinario guitarrista y cantante que es Pete Drivere, quien ya demostrara sus excelencias en los Infidels, otra banda ochentera a reivindicar y de donde también procede la base rítmica que forman John Koury junto al reciente fichaje John Hlumyk, lo que convierte a Deadbeat Poets en un All Star del Ohio power-pop en toda regla. Su historia no es muy longeva y su discografía no muy amplia, pero está perfectamente representada en el recopilatorio de You Are The Cosmos “Camino Real”. Un ramillete de magníficas canciones que defendieron contundentemente sobre las tablas de Moby Dick, y es que si en Blue Ash por cuestiones generacionales se encontraban ecos a Beatles, Bob Dylan o Byrds, la propuesta de los Poets se asemeja más a la imponente música norteamericana de las décadas de los 80 o 90 más pura, aquella que es capaz de emparentar a NRBQ con Young Fresh Fellows. Desprovistos por tanto de etiquetas, ofrecieron un recital de esa particular manera de entender la música. Sin liderazgos creativos, con todos los miembros compartiendo tareas vocales y unas canciones fluctuando entre el pop luminoso de “Elvin Dabney, Proffesional Thief” (una de esas gemas que al maestro Sesich le salen como churros) o el puro rock del “It’s Summertime” servido por Drivere, para finalizar con ese homenaje al rock’n’roll de los pioneros que es “Johnny Sincere”, algo así como la particular lectura del “Johhny B. Good” de los Poets. 

 

Apenas un pequeño paso por el backstage, para que los cuatro músicos volvieran al escenario para recibir a Jim Kendzor, cantante y miembro fundador de Blue Ash, único miembro original de la banda junto a Secich en esta gira. Y con los acordes de “Dusty Old Fairgrounds”, la versión de Dylan que grabaran en 1973 en su mítico “No more no less”, la magia comenzó a expandirse por todos los rincones del interior de Moby Dick. Kendzor mantiene el tipo, extremadamente jovial, dando una nueva vuelta de tuerca al concepto “viejoven”, y realmente cuesta imaginar un envoltorio mejor para las melodías de Blue Ash que el que proporcionan Sesich y sus secuaces. Rockandrolearon con “All I Want” o “Abracadabra (Have you seen her)?”, rindieron pleitesía a sus heroes con el beatleiano “Anytime At All”, también publicado en su época Mercury, pero sobre todo nos pusieron la piel de gallina en sus momentos más líricos, esos para los que eran especialmente dotados y les convirtieron en banda de culto en constante redescubrimiento para generaciones venideras. Y es que cuando temas como “Silver Horses”, “Wasting my time”, o su cima “I remember a time” sonaron en el interior de la ballena, te encontrabas cara a cara (u oído con oído) con canciones que justifican la existencia de una banda que ayudó a apuntalar las bases de un “género” que merece entrecomillarse por todos los matices que la música de Blue Ash conlleva. Y es que la magia no debería entender de etiquetas. 

 

Fotografía: Profesor Jatobite

Autor: Pepe Kubrick

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