Si entramos en detalle, el disco viene cargado de canciones redondas con una contundencia sonora y una melancolía omnipresentes. Suena Mejor recoge el FOMO que te empuja a hacer cosas que no harías, Belong la desubicación física de alguien que no sabe cuál es su hogar, The House (Say my name) dibuja qué pasa cuando quieres ir a un sitio, pero solo si tu colega te acompaña y Rivers Cuomo evoca la angustia de la hoja en blanco en una especie de grito de ayuda al líder de Weezer. El mismo que, por cierto, ha manifestado en varias ocasiones que le parece una canción estupenda. Todas estas situaciones no son nada singulares (exceptuando que Rivers Cuomo haya dado públicamente su opinión sobre una canción de Yawners) sino absolutamente normales, y esa es la gran magia de este disco, que consigue normalizar la confusión intrínseca de nuestro día a día, empatizar con nuestros miedos y nuestras inseguridades, y acompañar esos momentos en los que lo trascendental se apodera de nuestras mentes y paraliza cualquier capacidad de reacción. |