Conciertos

 

16-03-2016

091. Joy Eslava, Madrid


1

La popular y madrileña calle Arenal, donde está enclava la no menos mítica Joy Eslava, era una hervidero de gente, un inmenso trasiego de anónimas almas que deambulaban de una lado para otro, en todas las direcciones, pero estáticos, a las puertas de la legendaria discoteca, había un inmensa multitud de personas que aguardaban pacientemente cola desde hacía horas para presenciar el regreso  de los granadinos.

En plena cuaresma José Ignacio Lapido, José Antonio García, Tacho González, Jacinto Ríos y Víctor Lapido vuelven del silencio para ofrecer un triduo de recitales capitalinos que nos retrotraen a los noventa, al sonido en directo de una banda clave en el rock patrio y que estos días se les está reconociendo aquellos meritos, que no son poco, que en vida se les negaron. El paso del tiempo ha engordado su leyenda, situándoles en el pedestal que se les resistía. 

Vestidos de riguroso negro –camisa, pantalones y zapatos o botas-y portando copas de vino tinto al son de «Man with a Harmonica” asaltan los cinco músicos el escenario y empuñan sus instrumentos, jaleados en todo momento por el público al grito ensordecedor de «Cero, Cero, Cero» y «Muchocero». Arrancaba el viaje al pasado, superando el punto y aparte anclado en Maracena, jalonado de poesía eléctrica y versos recreados a la sombra del Albaicín, inspirados siempre por la magia de la Alhambra y las musas del Darro.

Con los protagonistas sobre el escenario el encantamiento afloraba con los primeros acordes del instrumental «Palo cortao», desde esta iniciática canción hasta la concluyente «La vida que mala es» se recorrió una línea del tiempo que repasó veinticinco canciones ilustrando los catorce años de existencia de la banda y sus siete discos editados para la posteridad. Dos horas exactas en las que todo el repertorio destacó de manera fulgurante pero, en especial para un servidor, brillaron con luz propia «Zapatos de piel de caimán», «Debajo de las piedras», «Nada es real», «En el laberinto», «Qué fue del siglo XX», «La Torre de la Vela» o «La canción del espantapájaros», interpretada esta ultima a solas por José Ignacio Lapido y José Antonio García.

Veinte años esperando el regreso de 091 realmente es mucho tiempo, tal vez demasiado, pero la satisfacción que produce haberlos disfrutado durante un instante perdurará inalterable otra eternidad. 

Autor: Rafa García-Moreno

Bookmark and Share